domingo, 30 de octubre de 2011

Aviso

Bueno... Después de este tiempo subiendo mi novela a este blog, dejaré de hacerlo. No dejo de escribirla, pero subiré online para todo aquel que quiera leerla, una vez esté terminada. Me alegra que hayáis leído todo lo que he subido y espero que continuéis haciéndolo una vez suba el libro al completo. Muchas gracias, si alguien quiere dar alguna sugerencia sobre el libro o cualquier duda puede ponerla aquí y estaré encantado de responder.

lunes, 17 de octubre de 2011

Capítulo 12

Capítulo 12

Un sueño. Un simple sueño, que se convirtió en realidad. Algo que nunca esperaba que sucediese. Algo que había estado intentando olvidar durante todos estos días. Pero aun así, estaba pasando.

Aun no estaba cerca de él, pero llegaría rápidamente. El temor recorría mi cuerpo y la impotencia me mataba por dentro. Ya podía ver su espalda y en ese mismo instante se giró. Vi sus rasgos desde lejos, una cara redonda, unos ojos claros y una sonrisa infantil que se desquebrajaba con los acontecimientos. Una cara que no conocía, algo estaba pasando, pero no era como mi sueño, no era Sam. Pero aun sin ser Sam, era un niño, iba a matar a un niño y no podía hacer nada por evitarlo.

Mi cuerpo se movía a una velocidad inimaginable y mi mente pensaba en lo que pasaría ahora. Un salto, un corte y una muerte. Un dolor que era incapaz de prever para ese niño, un simple niño.

Cogí todas las fuerzas que tenia y fui capaz de gritar.-¡Corre!-. Conseguí hacerlo y el niño comenzó a correr, sin saber muy bien porque, pero me hizo caso. Tal vez en ese momento, parecía tan amenazador como podía llegar a serlo.

Era incapaz de pararme, era imposible, no era yo, era un monstruo. Continué tras él, alcanzándolo cada segundo mas, con una rapidez que era imposible saber, cuándo cogería a el pequeño. Pero esperaba que consiguiese ponerse a salvo y a la vez me rondaba por la mente, dejar mi cuerpo seguir, sin imponer fuerza alguna. Pero no era yo, no quería hacerlo, no quería matar.

Unos metros de distancia, la suficiente, un salto. Cerré los ojos, pero no pude evitar abrirlos, justo en ese momento, vi ese rostro, ahora cubierto de sangre, con el cuerpo masacrado por mis golpes. La sonrisa infantil, desapareció por completo, sus ojos, ahora sin color alguno, con un gesto cadavérico y masacrado. Sentía la sangre en mis labios, el olor de su sangre. Pero lo peor era, que me gustaba.

Conseguí parar de comer, dejar su cuerpo a un lado y lanzarme a mí mismo unos metros del cuerpo. Ya podía controlarme, pero ahora era tarde. Rompí a llorar en el suelo, intentando olvidar lo sucedido, pero era imposible. No podía seguir en ese lugar, comencé a correr sin rumbo, hasta chocar con un árbol, y continúe mi rumbo sin apenas menearme, rompiendo el árbol a mi paso. Me tiré al suelo, llorando como nunca antes lo había hecho. Pero ya nada cambiaría, esta vez no despertaría, esta vez no era un sueño.

No podía ir a mi casa, podrían verme los del pueblo. Estaba lleno de sangre, toda mi ropa repleta de la sangre del joven, que ni siquiera conocía su nombre, que no hizo nada mas, que cruzarse en mi camino, en el momento que no debía. No era su culpa, toda era mía.

Volví a correr y fui rápidamente a casa de Tana, ella sabría qué hacer. Ahora, la necesitaba.

Ella ya esperaba en la puerta.-Por fin te decidiste a hacerlo-. Una sonrisa se mostro en su cara.

-¡Cállate!-

Su rostro volvió a la seriedad y dijo.-¿Qué ha pasado?-.

-Yo no quería… no quería hacerlo-. Lloraba mientras hablaba, mirando mis manos, completamente repletas de sangre.

Se acercó a mi llorando a la vez que yo, y me abrazó con todas sus fuerzas.- Lo siento… ¡Lo siento!-.

-No pude evitarlo, no podía parar. Maté a ese niño, lo maté-. La frustración de no poder cambiarlo me reconcomía la conciencia, pero no podría hacer nada más.

Ella me miraba sin saber que mas hacer, ni que decir, esperando que no fuese real. Su mirada describía sus sentimientos, pero en ese momento estaba demasiado preocupado para darme cuenta, para saber que sucedía.

-No debí hacerlo. Tenía que haberme apartado de ti-.

-¡Eso ya no cambia nada!-.

En ese momento ya no podía pensar en nada, pero tampoco podía volver a ver a Sam, ni a mi padre. Ahora solo estaba ella, era la única a la que no podría dañar. Pero tampoco podía quedarme en ese lugar, necesitaba cambiar.

domingo, 2 de octubre de 2011

Capítulo 11

Capítulo 11

Caminé durante horas, sin ningún rumbo a seguir, esperando encontrar respuesta a mi dilema. Saber si en algún momento encontraría solución. Si en algún momento, podría cambiar. Un día nuevo, no cambiaría todo lo sucedido, y lo sabía.

Me sentía agotado. Ella tenía razón, necesitaba sangre. No podía siquiera pensar en ello, era algo que me repugnaba y me hacía pensar en ese sueño. Era quitar a alguien su vida, para continuar con la mía. Aun así, sabía que lo necesitaba.

La noche empezaba a aclararse, y tenía miedo de lo que sucedería, pero tampoco era capaz de dejarlo todo atrás y matar por sobrevivir. La luz del sol relampagueaba sobre mí como si un foco alumbrara mi persona. Pero aun así continué mi camino, sin pararme. El calor me hacía sentir peor y no sabía cuánto sería capaz de aguantar, pero nada me impedía comprobarlo.

Los minutos pasaban lentamente, con el sol tras de mí y mi casa ya vista en el horizonte. Llegaría en un momento u otro, pero, no quería. El sol me debilitaba, me quemaba la piel, pero aun podía aguantar así durante un tiempo. Sabía lo que era y no quería seguir siéndolo, no quería matar a nadie, y mucho menos, herir a la gente que conocía, herir a Sam o a mi padre. Por muchos problemas que tuviese con mi padre, era mi padre, y sin relación alguna con él, ha estado ahí todo el tiempo. Y ahora realmente, tenía razón, yo era un monstruo, un asesino.

Vi a Sam a lo lejos y mi corazón empezó a latir más rápido de lo normal. No podía acercarme a él, podría herirle, pero ya no podía hacer nada. Caí de golpe al suelo, ya cerca de Sam y de mi casa. Mis rodillas chocaron con el suelo y después mi cara se estampó bruscamente contra el mismo. Mi cuerpo tendido en el suelo, con la piel que tenía, cubierta con quemaduras. Como comprenderás, no sabía que pasó en ese momento.

Abrí los ojos y vi mi habitación. Estaba en mi cama, pero no sabía cómo había llegado ahí. No sentía dolor ninguno, y lo último que recordaba, era la sensación, de estar ardiendo, con un gran mareo y un golpe en la cara.

Salí y vi a Sam. Estaba preparando algo de comida en una cazuela sobre el fuego. Con una mirada triste, se giró y me vio de pié observándole.

-¿Cómo… cómo puede ser?-. Me miró fascinado a la vez que asustado.-Estabas con toda la piel quemada. ¿Cómo puedes estar bien?

-No puedes estar junto a mí.- Mi mirada triste, pero a la vez amenazadora, necesitaba sangre, y quería que él se alejara de mí.- ¡Vete!-. Una voz inimaginable en mí, sonó en esas palabras, pero tenía que ser así. De otro modo, podría herirle. Noté en su cara la tristeza y el miedo unidos en una misma expresión, con un gesto incomprendido en su postura. Dejó todo lo que hacía y se acercó a mí.- ¡No sigas, vete!-. Comencé a llorar y a gritarle que se marchase hasta que se fue, sin saber porque tenía que hacerlo. No podía saber la verdad, eso sería lo mejor.

Después de su salida, caí al suelo y rompí a llorar. Tenía la sensación de odiarme a mí mismo, pero sería lo mejor para todos. Solo podía hablar con una persona y en este momento tenía que hacerlo.

Salí de la casa y vi la luz del sol. No pude evitar estremecerme solo de pensarlo, ese dolor en mi piel abrasándome. Entré de nuevo, esperando a que empezase a anochecer para poder salir.

Mis pensamientos, podían ser los de un loco. Pero sabía lo que era. Aun por miedo a hacer daño a las personas cercanas, no podía morir. Era incapaz de suicidarme. Era un acto inútil para mí y no cambiaría nada. Tenía que aprender a ser así. Miré por la ventana y vi que el sol comenzaba a ocultarse, abrí la puerta de nuevo y salí lo más rápido posible.

Intenté correr a la velocidad máxima que podía, pero me sentía agotado, necesitaba alimentarme pronto. Aun así, no me costó mucho llegar a casa de Tana, pero no sabía qué decir, cómo actuar, qué hacer.

Una vez en su puerta, antes de siquiera llamar, ella abrió la puerta.

Yo, mirando hacia el suelo, con el cuerpo cansado, intentando sostenerme en pié.- Tiene que poderse hacer otra cosa, tiene que haber alguna forma…- .

Me miró con una mirada triste y dijo.- No la hay y si la hubiese, no la conozco-. No pudo evitar apartar la mirada de mis ojos.-Lo siento-.

Grité desolado, al no tener otra solución. Al ver mi mundo como el de un asesino, que necesita matar. Caí al suelo y me estremecí en el mismo, sin poder evitarlo. Ella me miró esperando sin saber qué hacer, sin saber que mas decir. Me incorporé con todas mis fuerzas, intentando seguir en pié, aun con el cansancio en todo mi cuerpo.

Salí de la casa y me vi en mitad del bosque, con la oscuridad de la noche sobre mí. La luz de la luna, no alumbraba esta noche. Sentí un escalofrío y empecé a correr con las fuerzas que me quedaban. Llegué a una carretera, la cual me resultaba conocida. Pero era incapaz de recordar.

El aire de la noche recorría mi cara y la noche oscura, sin la luminosidad de la luna era algo tenebroso. Me paré un segundo, mire hacia ambos lados de la carretera y continué corriendo. No había nadie en ese lugar. Todo iba despacio aun que notaba la velocidad en mi cuerpo.

Ahora sabía dónde estaba. Era ese sueño, ese que intentaba olvidar en todo este tiempo. Intenté parar, no seguir ese camino, sabía lo que pasaría al final de esa carretera pero no podía evitarlo. Mi cuerpo no lo manejaba yo, algo se apoderaba de mí, el hambre.