miércoles, 27 de julio de 2011

¿Que cambiarias?

Hola, después de escribir el prologo y los dos siguientes capítulos, me gustaria que comentaran como ya dice en el titulo ¿Que cambiarias?
Y que me dieseis vuestra mas sincera opinión simepre constructiva.

Gracias.

martes, 26 de julio de 2011

Capítulo 2

CAPÍTULO 2

Salía el sol y ya estaba abriendo los ojos, en ese momento pegué un salto de la cama y me asomé por la ventana. Se veía desde ahí, los arboles en los que había conocido a Sam, muy lejos, pero se podía contemplar sus grandes ramas. Fui rápidamente hasta la cocina, donde había algo de comida. Me tomé el desayuno solo, ya que mi padre ya había salido a trabajar.

Sabía que mi padre no vendría a casa en todo el día, porque nunca lo hacía. Así que salí hacia los árboles, para esperar a Sam.

No me gustaba estar en mi casa, siempre estaba solo y encerrado sin nada que hacer. Por eso salí tan rápido y tan pronto hacia donde había quedado con Sam.

Tenía un rato hasta que llegara Sam, así que me puse a saltar en el árbol intentando subir por las ramas, pero me costaba mucho, así que después de una hora saltando sin conseguir nada, deje de hacer e intenté sentarme para descansar. Después de un rato esperando, llegó Sam con una gran sonrisa al verme tirado en el suelo.

-¿Qué haces?-.Pregunto Sam.

-Intentaba subir al árbol-. Contesté un poco rabioso por no haber subido.

-Es difícil subir, están muy altas las ramas-.Dijo entre carcajadas.

Le miré y empecé a pensar en que haríamos hoy.

-Podríamos ir a un sitio que conozco-. Dijo al verme pensativo.

-¿Dónde?-. Dije yo intrigado.

-Sígueme, lo veras-.

Comenzamos a andar hacia un camino, una vez en el, solo teníamos que seguirlo. El camino, no se hablo demasiado, solo en un tramo, que me contó lo que le gustaría hacer cuando fuese mayor.

Comencé a ver al fondo una mina sin nadie alrededor.

-¿Vamos a una mina?-. Pregunté intrigado.

-Sí, pero no te preocupes, será divertido-. Respondió.

Yo sonreí y continué andando. Entramos a la mina, se veían objetos tirados por el suelo y piedras.

-Sube-. Dijo mientras se subía a un carro de la mina.

Me pare un momento un poco asustado, pero continué.

-Voy-. Contesté.

Subí al carro y empezó a moverse el carro hacia una pared. Chocó contra la pared y yo conseguí saltar justo antes de que se estampase, pero Sam choco estando dentro del mismo. Fui corriendo para ver si estaba bien, le vi en la cabeza, una gran brecha que no paraba de sangrar y tenía el brazo doblado. Sam estaba inconsciente y yo no sabía qué hacer en ese momento.

Intente cogerle y sacarlo fuera de la mina, por si caía algo. Lo deje en el suelo sobre la hierba.

-¡Sam! ¿Estás bien?-. Dije sin respuesta.

No sabía que mas hacer.

-¡Sam por favor, responde!-. Seguía gritando a su lado intentando que respondiera.

Comencé a llorar abrazándole intentando que dejase de sangrar.

-Eres mi único amigo, por favor.-Dije mientras lloraba sobre su brazo.

Salí a correr intentando llegar a su casa para avisar a su madre. Tuve que dejarle solo sobre la hierba ya que no podía cargar con él. Conseguí llegar muy deprisa a su casa. Entre en su casa gritando.

-¡Desiré, Desiré!-. Grité el nombre de su madre que aun recordaba, intentando encontrarla.

Salió su madre de su aposento.

-¿Qué pasa?¿Está bien Sam?-. Dijo mirándome las manos con sangre.

-No, e..s..ss.ttaa en la mii..naa-. Dije yo llorando sin poder hablar apenas.

Salió a correr hacia la mina, yo al verla la seguí intentando llegar lo más rápido posible, aunque apenas podía respirar. Llegamos a donde estaba Sam, con la cabeza abierta sangrando sin parar. Su madre llevaba en el bolsillo unos trapos que había cogido antes de salir. Empezó a taponar la herida de la cabeza, a la vez que lloraba sin poder parar.

-¡Lo siento… De verdad, lo siento mucho!-. Dije yo llorando.

-¡Estábamos jugando y el carro.. el carro chocó!-.Seguí explicando.

La mujer, lo cogió en brazos y corrió hacia su casa de vuelta. Llegó asfixiada a su casa dejando a Sam sobre la cama. Le puso unos trapos alrededor de la cabeza hasta que dejó de sangrar. Le intentó poner el brazo de forma que no le hiciese daño y le tapó. La hemorragia había parado, su madre se relajó un poco después de ver que estaba bien. Se sentó a mi lado.

-Has hecho bien en venir a avisarme-. Dijo un poco cansada.

-Lo siento, en serio-. Dije con una lágrima corriendo por la mejilla.

-Tranquilo, ve a casa y descansa, tu padre estará preocupado-. Dijo ella.

Asentí con la cabeza y salí de la casa. Llegué a mi casa después de andar un rato, cabizbajo.

Entré y me fui a mi cama. Aun era de día, y llevaba sin comer desde la mañana temprano. Después de un rato en la cama llorando, fui a la cocina y comí algo, antes de volver a la habitación. Llegó mi padre por la tarde. Le empecé a contar lo que había pasado, y el tan solo asintió y dijo.

-No te acerques mucho a ese chico-.Dijo con voz seria.

-¿Por qué?-. Dije yo un poco triste.

-¡No preguntes!-. Dijo

Yo sabía que seguiría viéndole porque era el único amigo que tenia, pero no quería discutir. Fui a mi habitación y me volví a tumbar sobre la cama.

Estuve un buen rato pensando en Sam, en si estaría bien, pero terminé durmiéndome.

Capítulo 1

Mi nombre es Letum, sé que es un nombre extraño, pero tal vez sea el adecuado para una persona extraña. Al principio no sabía su significado, pero conforme pasaron los años, lo averigüé. Será mejor que vayamos a la historia, esto lo explicaré más adelante.

Tan solo tenía seis años, quien me diría a mí como terminarían las cosas. En ese momento vivía solo con mi padre, el cual, la mayor parte del tiempo la pasaba trabajando. Por eso casi siempre me quedaba solo en casa, dado que nunca tenía nada que hacer. Pero un día, cansado de esa soledad, cansado de esa incomprensión, con la inocencia de un simple niño, salí hacia el pueblo para poder conocer a alguien, alguien con quien pudiese jugar, no pedía más. Era algo que cualquier niño solía tener, algo muy sencillo para todos menos para mí, amigos. Desgraciadamente, no fue tan bien en un principio. Seguí un sendero de tierra, con pocos árboles alrededor, tan solo con matorrales florecidos por la primavera, con unos colores rojizos. Después, debía comenzar otro que se cruzaba con este y llevaba hasta la plaza del pueblo, en la cual había decenas de personas, de un lado para otro, que en ese momento tan solo veía como extraños. Me di cuenta de algo que me costaba ver. Estaba solo, sentado sobre un banco de piedra, en el centro de un mercado, rodeado por gritos y alboroto, con gente alrededor, mirando a un niño solo en un banco, buscando donde fijar su mirada. No conocía a nadie, ya que desde que mi recuerdo alcanza, salía de casa, siempre acompañado por mi padre y sin hablar con nadie, me limitaba a seguirle de cerca, pateando alguna piedra en solitario.
Era un simple niño y aun así, había vivido siempre apartado de todo, apartado de una vida. No tenía amigos, no tenía nada.
No pude contenerme más y rompí a llorar, mientras corría sin saber dónde. Estuve corriendo durante unos minutos sin rumbo, hasta llegar un lugar apartado, el cual nada mas verlo, sentí la necesidad de parar, y sentarme. Era un lugar tranquilo, nadie me molestaría y tenía algo especial, algo distinto. Me acerqué a una piedra y me senté mirando al horizonte, esperando encontrar algo ahí, algo que nunca antes había tenido. En el se podía ver el atardecer rojizo, con pájaros volando sin ninguna opresión, nada que les frenase salvo el viento a su alrededor. Se podían ver unos árboles gigantes y antiguos, que parecían seres poderosos y fuertes, como grandes dioses. Era algo que me hacía asombrar, así que fui hacia ellos. Me acerqué y me senté al lado de uno, mirando sus grandes ramas que me tapaban la poca luz que quedaba. Mirando al suelo, esperando que de repente, toda mi vida fuera diferente, no estar solo.
En ese mismo instante, en el que me imaginaba una vida diferente, escuché unos pasos tras de mí. No pude evitar girarme rápidamente y después de eso, vi a un niño a mi lado, mirándome sorprendido.
-¿Qué te pasa?-.Preguntó el niño mientras continuaba mirándome.
-¿Quién eres?-.Pregunté después de un par de segundos.
–Soy Sam-.Dijo con una voz alegre y despreocupada.-¿ Y tu Quién eres?
–Yo soy Letum-. Estuve un momento esperando su respuesta, al ver su mirada de asombro.
–Que nombre más raro-. Contestó rápidamente entre risas.
Le miré durante un momento sin saber que decir, y de pronto el habló.
-¿Por qué lloras?-.Preguntó el niño.
Paré durante unos segundos, apenas imperceptibles, pero que para mí, largos minutos sin saber que responder.
-No quiero estar solo-. Dije yo casi llorando de nuevo.
El niño se quedó pensativo durante un instante, mirando hacia mí y hacia los arboles, y de pronto.
-¿Por qué no vienes conmigo?-.Dijo sonriendo.
Me levanté deprisa con una sonrisa en la cara.
-Vale-. Respondí rápidamente.-¿Y dónde vamos?
-Vallamos al rio-.
Yo asentí rápidamente antes de que cambiase de opinión, ahora… ¿Tenía un amigo?. Salimos directamente hacia el rio desde donde nos encontrábamos. Sin saber el camino que llevaba al rio, le seguía de cerca, con un costoso andar, ya que el niño, andaba con zancadas y un paso rápido, que se hacía difícil de seguir.
Durante el camino hablamos más de lo que nunca antes había hablado con nadie, algo que realmente me hacía sentir bien.
-Vives con tu padre ¿verdad?-.
-Si…-. Respondí yo un poco indeciso.
-Yo vivo con mi madre-. Dijo el rápidamente con una sonrisa en su rostro.- Se llama Desiré-.
Sonreí a su vez, aun sin sentir demasiadas ganas.
Esa situación me hizo entristecer sin poder evitarlo, ya que yo, no había conocido a mi madre, después de que muriera tras yo nacer. Pero no era ese el momento para pensar en ello.
Después de cruzar una fila de arboles, ya se podía ver el rio, comenzamos a correr y a jugar, moviéndonos por el borde del mismo, divirtiéndonos sin mucha complicación. Al fin y al cabo, no éramos más que niños.
Un largo rio, que nunca podríamos recorrer, se veía en el horizonte infinito, que bajaba hasta desvanecerse entre las nubes.
La noche ya sobre nosotros, después de varias horas jugando, era la hora de volver. Mi padre podría estar preocupado, aunque realmente, me extrañaba. Continuamos hablando durante el camino, hasta llegar al cruce en el que tendríamos que separarnos. Después de horas hablando y jugando, nos despedimos y decidimos vernos al día siguiente, en los mismos arboles, en los que me habló por primera vez.
Seguí mi camino solo, sin dejar de pensar en este día, en esta tarde tan perfecta e inolvidable que nunca antes había tenido. Llegué a mi casa sin apenas darme cuenta, ya que andaba inmerso en mis pensamientos. Abrí la puerta e intenté entrar sin hacer mucho ruido, esperando ver a mi padre, pero desgraciadamente, el estaba durmiendo, sin siquiera haberme esperado. Volví a mi mundo real, mi mundo, el mundo en que llevaba viviendo desde que nací.
Subí a la habitación a intentar dormir, pero no podía hacerlo. Estaba triste y a la vez eufórico por la tarde que había pasado. Tenía un amigo, un amigo con el que salir, con el que hablar. Pero al mismo tiempo, mi padre no estaba nunca cuando le necesitaba, no era el padre a quien contarle todo lo que hacía durante el día, no era ese que me arropaba antes de dormir. No era el padre que yo necesitaba, y aun siendo un simple niño, lo sabía.

domingo, 24 de julio de 2011

PROLOGO

PROLOGO

Era una tarde algo oscura, tapada por las nubes de tormenta, que se acercaban cada vez más. Esa era mi tarde, la tarde que yo nacería.


Todo estaba preparado, mi madre ya estaba tumbada sobre una cama, con las piernas apoyadas en unas almohadas, su madre a su lado sentada sobre una silla intentaba animarla. Mi padre esperaba fuera acompañado de unos amigos de la familia. En la entrada de la casa, al lado de la azada, estaba sentada una mujer amiga de mi madre, con un niño casi recién nacido en sus brazos. Ese niño lo conoceré pronto, pero no nos desviemos de la historia.

El parto comenzaba, todos rápidamente al escuchar los gritos de dolor de mi madre, se acercaron a la habitación, esperando a que yo naciera. Mi padre entro corriendo para ver si todo iba bien con una manta en las manos.

Durante un momento, se hizo el silencio absoluto, después de unos segundos, comenzó a oírse un leve llanto, que después comenzaba a sonar más fuerte. Entraron de repente a la habitación unas cuantas personas, para verme. Todos me miraban a mí, pero nadie se percató de que mi madre no estaba bien. Todos a mi alrededor y mi padre con migo en brazos. Mi madre no estaba bien, mi abuela grito rápidamente para avisar de que pasaba algo. Rápidamente se acercó mi padre a mi madre y vio que estaba muerta. Comenzó a llorar abrazándola a la vez que mi abuela, también llorando. Salió apresuradamente la gente de la habitación, dejando a solas a mi padre y a mí, con mi madre. Mi padre no paraba de llorar, y dijo unas palabras mirándome a mí. “Tú me quitaste lo que más amaba”.

Y aquí os preguntaréis que como se lo que me dijo mi padre cuando solo acababa de nacer. Recordaréis a la mujer de la entrada, que estaba con el bebe en brazos, ella al escuchar mi llanto, se acercó a la ventana de la habitación y vio todo ahí, desde mi nacimiento, hasta la muerte de mi madre. Más adelante, explicaré como me entero yo de lo sucedido.

¡Ah! Se me olvidaba comentar algo. Yo nací el día tres de mayo de 1650.